miércoles, 7 de agosto de 2013

#. Tú siempre serás mi excepción favorita, esa regla que rompí varias veces, eso que negué, eso a lo que dije 'nunca más'...

Nunca sonaste a Pablo Milanés. Y aun así, lloro. Lloro porque sé que tú no lo haces. Y también sé que no te importa, pero quería decirte que yo ya no me volví a hacer esas trenzas. No lo hice porque no estabas tú para perderte con cara de niño por mis dedos. Y te he escrito tantas veces que se (nos) acabaron las canciones. Y te he visto en tantos abrazos que nunca pude olvidarme de buscarte, que nunca pude olvidarme de decir 'ojalá fueras tú'. Pero no te preocupes, porque si Pablito se calla, me canta Andrés Suárez para recordarme que no te quiero tanto. Es entonces cuando susurro que ojalá fueras tú el que no me quisiera tanto (pero sí lo suficiente) como para poner en la cuenta un abrazo de esos que convierte mis aurículas en la batería de la orquesta para la que bailamos. Y ya sabes que siempre quise ser lo más parecido a eso que tú querías que fueran todas, aunque no pudiera dejar de columpiarme en tu pelo, de hacerte reír como una idiota, de contarte mil veces las mismas historias, porque me aterraba que te fueras. Lo siento. No supe hacerlo mejor. A veces me pregunto si al menos sonríes si me piensas y otros días me prometo quemar todo esto que te escribo para dejar de hablar de ti, y hablar un poco conmigo. Y aquí vuelven la coca-cola y los recuerdos. Y supongo que esa es la mejor manera de recuperarme. Aunque solo sea un poco. Aunque se me inunden los labios en el intento.