viernes, 15 de enero de 2016

#. Cuánto ha latido el orgullo en lugar del corazón.

Yo te perdí. Tú me perdiste. Nosotros nos perdimos. Y ya no hay vuelta atrás. Ya no tendremos más batallas campales, ya no existirá esa chispa entre nuestras peleas, cuando ambos sabíamos que solo seguíamos discutiendo por el placer de retarnos. Ya no habrá más manos tuyas en mi pelo, no volveré a levantarte el ánimo y la cara cuando todo vaya mal. Ya no me contarás esas historias que no le interesaban a nadie más que a mí, no tendrás esa necesidad de hablarme cada veinte minutos únicamente porque te aburrías. Nunca, nunca, nunca más (y te prometo que me mata) volveré a provocar una de esas sonrisas de los viernes a última hora, no seré la primera a la que le cuentas las cosas. Me sustituirás, aunque tal vez ya lo hayas hecho. No veré más tu letra escrita por mi piel ni por mis hojas, ya no sonreiré al sentir tu olor. No volveré a acariciarte el pelo durante horas como solía, no archivaré más recuerdos en este corazón destemplado. Supongo que con el tiempo olvidaré la posición estratégica de tus lunares, perderé la costumbre de caminar según la cadencia de tus pasos. Dejaré de recordar todas y cada una de tus frases, tus diferentes tonos de voz, tus puñeteros gestos y todas tus manías y hasta la posición de tus manos. Y lo más importante: no volverás a fallarme, porque yo ya no estaré ahí para verlo. No me harás sentir bajo tierra esos días que se te antoje ignorarme, ya no volveré a notar que, en realidad, lo que me preocupe a mí te trae sin cuidado. No caeré de nuevo en tu juego, no me utilizarás otra vez. No volveré a defenderte cuando la última persona haya dejado de creer en ti. No volverás a mentirme, no volverás a subestimarme, no harás que me sienta menos que ellas. No volveré a despeñarme en la montaña rusa de mi humor de perros solo porque tú me hables de lo maravillosa que es otra. No volverá a romperme el corazón ver la sonrisa en tus ojos si la nombras. Y es que dicen que lo prometido es deuda, y tú me debes tantas cosas... Me prometiste un para siempre, me prometiste ese hueco que tienes entre el pecho y el cuello donde me siento en casa. Me prometiste te quieros que ahora sé que no significan nada, me prometiste palabras que ahora son solo papel mojado, me prometiste un lo siento cuando te equivocaras que todavía estoy esperando. Me prometiste decir siempre la verdad, que ahora sé que solo eran palabras disfrazadas de verdades a medias. Me prometiste estabilidad pero cada día contigo mi vida daba un vuelco de 360º. Me prometiste tantas cosas que aún hoy sigo haciendo memoria. 
Supongo que la ingenua soy yo, por no saber desde el principio que todo esto no valía nada, que eran palabras dichas en el momento, y que ahora simplemente, me siguen haciendo daño.