sábado, 20 de febrero de 2016

#. Y recordarte que antes de rendirnos, fuimos eternos.

Qué será de nosotros cuando nos hayamos olvidado. Cuando ya no quede ni un ápice de recuerdo. Cuando la delgada línea que separa la dependencia de la indiferencia, sea tan gruesa que ya no tengamos fuerzas para poder cruzarla. Cuando el aire ya no nos obligue a darnos cuenta de que nos perdimos en algún momento de ese destino que hemos dado por muerto. 
Qué será de nosotros cuando la distancia entre nuestra existencia sea más extensa que la distancia entre ambos polos. Cuando ya no queden razones para hacernos los sordos cuando oímos hablar del otro. Cuando las madrugadas ya estén acostumbradas a la ausencia de nuestro intercambio de palabras. Cuando las ganas que agotamos ya se hayan cansado y decidido no esperarnos más.
 Qué será de nosotros cuando las pisadas que hemos dejado desaparezcan sin dejar rastro, abandonando el camino que recorrimos hasta darnos por vencidos. Cuando las caricias de otras manos consigan calentarnos como nosotros hicimos una vez con las nuestras. Cuando el miedo a amar de nuevo huya de tanto frío y la necesidad de llenar vacíos alce el vuelo. Cuando ya no nos giremos al creer habernos visto por cualquier calle al azar, aun siendo conscientes de la imposibilidad de ese encuentro. 
Qué será de nosotros cuando las canciones dejen de hacernos recordarnos. Al igual que los paisajes. Al igual que los viajes. Al igual que los planes. Al igual que las calles. Al igual que cualquier vulgar historia de amor con final triste. Qué será entonces de nosotros. 
Qué será de nosotros cuando ya no me queden palabras para describirte, para escribirte, para decirte, para renombrarte, para perdonarte, para regresarte. Cuando ya no sienta la exigencia de evocarte mediante tinta con impaciencia. Cuando faltes en mi conciencia, cuando no emerjas de mi inconsciencia. 
Qué será de nosotros cuando ya no quede ni una sola manera de hacer mella en la vida del otro. 
Qué será de nosotros. 
Y qué será de mí.