lunes, 5 de diciembre de 2011

#. No hay pecado capital si vives en la capital del pecado.

Ya no sé si es que ayer no llovió como debería haberlo hecho o que ya se siente muy lleno el cupo de imbecilidades que aguanto. Quizá haya contribuído a que ahora tenga este objetivo en mi cabeza el hartagazo que me pegan otras personas, quizá si solo tuviera que lidiar con tus tonterías hubiera aguantado un par de meses más. Realmente, el motivo es lo de menos. Lo importante es desvincular mi felicidad de las veces que me has sonreído de esa manera en todo el día, de ser capaz de centrar mi atención en otras cosas. Porque hoy (mañana quién sabe qué pasará) estoy segura de que es imposible que seas el único maldito ser en el mundo que me llene de esa manera. Que tiene que haber alguien ahí fuera que logre mirarme así, que consiga hacerme sonreír como una tonta. Que tenga sus defectos, sí, pero que entre ellos no se encuentre la bipolaridad. Porque, ya lo he dicho, quizá sea a causa del tiempo, pero hoy estoy decidida a olvidarte, a fingir que puedo vivir sin ti. ¿Que si tengo alguna esperanza? Tal vez. Enamorarme perdidamente de alguien como me enamoré de ti, sin pensar en las consecuencias. Que llegue el día en que pueda cantar aquello de: "Ya no recuerdo cómo se llama, ni dónde vive, ¿& saben qué? NI ME INTERESA".