jueves, 24 de enero de 2013

#. Hasta se me han olvidado tus insultos (sobre todo los que me hacían reír).

Y de repente, joder, de repente vuelvo a sentir frío. Como aquellas tardes que me pasaba mirando cada cinco segundos si estabas conectado. Y cada vez con más frecuencia, cada vez más desesperada, cada vez con más insistencia. Cada vez más frío. ¿Por qué? Porque te echaba de menos, necesitaba saber que por un instante yo ocupaba tu mente. Quería volver a sentir que estaba en casa, que estaba a salvo. Aunque estuvieras lejos, podía notar tus brazos alrededor de mí. Y hoy, hoy no sé si será que ya no tengo esa sensación de que todo va bien, si cada vez estás más seco conmigo, si tengo miedo de no volver a ser nunca tan feliz, a sonreír a media luz al escuchar tu voz. Pero el caso es que aquí hace frío, aunque haya encendido todos los radiadores. Yo no sé si influirá también el que esté escuchando esa canción o que haya vuelto a ponerme la cazadora que llevaba la última vez que te vi. Pero, ¿sabes? Sin tus manos en mi cintura esta cazadora no es más que un trozo de tela que me da calor. Joder... ¿por qué lo estropeaste todo? ¿Por qué cuando todo va como debe ir, algo se jode? ¿Por qué no tengo el valor de ir a decirte que nunca fuiste un juego para mí, que yo realmente te quise y te quiero? ¿Por qué sigo esperándote aunque tú tengas negocios con trescientas? ¿Por qué ese lunar sigue siendo lo primero que veo al despertarme? ¿Por qué, por qué, por qué? Demasiadas preguntas para una sola certeza: todo está frío sin ti. Ven, por favor.