martes, 30 de julio de 2013

#. La preocupación por saber que los problemas del corazón sólo los tienes en la cabeza.


Recuerdo que cuando dijiste 'adiós' me eché a reír, y aún seguía haciéndolo cuando diste aquel portazo, que sonó como si me disparases, y créeme cuando te digo que, de alguna forma, dolió como si realmente lo hubieses hecho. Adiós, dijiste: ingenuo. Aún te preguntarás por qué me reía, claro, nunca tuve tiempo para explicártelo. Para explicarte que nunca nos fuimos del todo, que nunca fue tan fácil, que nos quedamos durante mucho más tiempo después de que nos fuéramos. Después de que aquello dejase de merecer la pena. Lo nuestro, digo. Nos quedamos recogiendo los escombros, barriendo el polvo debajo de la misma cama donde, noche tras noche, cada cual en la suya, dormíamos con la sensación de que nos habían extirpado la mitad de algo. La mitad de qué, no sabría responderte. Pero nos faltaba algo. Nos faltábamos, y qué gran carencia sentimental de repente, joder. Nunca he sabido superar las cosas antes de que sea demasiado tarde, ya lo sabes, yo siempre he sido de esos que aprenden a nadar cuando ya están lo suficientemente hundidos como para no poder volver a la superficie a tiempo. Y se ahogan. Es una forma de vivir, ¿sabes?: morir por alguien. Pero algún día tendré que superar el hecho de que no me matases del todo. Ojalá nunca llegues a entenderlo, cariño. Ojalá.

#. Sin amor todos los besos son el mismo.

Y es que no nos enteramos de que hay te quieros por los que asaltar reinos, y miradas por las que asaltar camas en las que no vas a volver a dormir. Hay tantas formas de querer como intentos obsesos por entender que la libertad no es la ausencia de cadenas, sino la facultad de poder elegir si las quieres. Y luego dirán que hablamos de amor por encima de nuestras posibilidades; y serán los mismos que critican que consumimos besos de más cuando los repartimos en varias bocas, y besos de menos cuando sólo queremos unos labios. Y es que el amor, está mal visto sobre todo por aquellos a los que les falta.

viernes, 26 de julio de 2013

¿Alguna vez os habéis quedado dormidos esperando a alguien o ni idea del amor?

martes, 16 de julio de 2013

#. Que prefiero esperarte aunque ya nunca vuelvas, a esperar mi regreso sin llevarte conmigo.

Y, a decir verdad, tampoco entiendo ni un ápice del resto de cosas que solían formar parte de mi vida. No comprendo cómo puede parecer que ni te importar perder lo que tuvimos, no encuentro la razón para que yo misma esté dispuesta a arrastrarme de esa manera. No veo nada que me pueda sacar de esto, nada que me haga pensar: venga, vas a estar bien. Y si ni yo mismo creo en mí misma, dime tú quién lo va a hacer. Así va todo últimamente, a cuatro universos y medio de tus lunares. ¿Qué esperabas? Sólo fui fuerte a tu lado. Dios, ¿recuerdas esa sensación? Yo te decía algo, tú te reías e intentabas mirar a otro lado para ocultar esa sonrisa que se mantenía sin razón aparente en tus labios. Algunos la calificarían de una sonrisa tonta. Pero creo que de eso ya sabes tú mucho al estar con ella. Aun así, quizá es el recuerdo que más me hace llorar. Vaya tontería, ¿verdad? Si a ti nunca te importó una mierda. Si a ti nunca te importé una mierda.

miércoles, 10 de julio de 2013

#. Si pertenece a tu vida, te encontrará y se quedará contigo. Pase lo que pase.

Que lo que quiero es contarte una de esas veces que me hablas y me cuentas lo bien que te va con ella mientras pienso en todo lo que he sido sin ti. Aunque quizá "todo" sea la palabra equivocada. Más bien sería lo poco que se han alejado mis pensamientos de tu pelo. Ser capaz de decirte que te echo de menos tres o cuatro veces por segundo, dependiendo de cuántos chicos de negro pasen junto a mí. Y que me gustaría que nuestras conversaciones duraran horas y horas como solían, poder contar con el factor sorpresa de acariciarte la cara cuando todo se hundía para ti. No tener que decidir si morirme de rabia o matarme de celos al imaginarte a su lado. Gritarte que me niego a perderte, al menos esa mínima parte que me toca ahora; seguir oyendo tu voz, seguir oyendo tu voz, seguir oyendo tu voz... Saber, al igual que siempre, lo que responderías, cómo se moverían tus manos en ese preciso momento. Confiar en que estas ganas que tienes de hablar conmigo no acaben nunca, por mucho daño que me haga su nombre en tus labios. Y volver a creer que no eres perfecto; pero que firmo cada uno de tus defectos, insufribles en ocasiones, por una eternidad a tu lado. Decirte que mi risa ya no quiere dejarse oír si no es contigo, confesar que me acuerdo de tus ojos más de lo que pudiera considerar sano. Pero que no me importa, que te sigo queriendo a morir; como aquel día prometí. Y voy a estar aquí siempre, aceptando todo lo que éso conlleve. Y quizá sean estas palabras las que he dicho de forma más seria y sincera en toda mi vida. O quizás sea eso de que jamás te olvidaría.

sábado, 6 de julio de 2013

#. Tan solo abrázame, que las palabras no son necesarias.

Eh, tú, pequeño. Si vuelves a sonreírme así me veré en la obligación de bajarte la luna, y tú ya tienes el garaje ocupado con el fondo de armario de otra mujer. Si vuelves a mirarme como si yo tuviera la culpa de que afuera esté lloviendo, me convenceré a mí misma de que a veces me rehuyes para no darte cuenta de lo que sientes por mí. Si vuelves a fruncir los labios en ese intento de sonrisa, voy a tener que abrazarte y quizá no te suelte nunca. Si vuelves a hacer como que no me escuchas, te daré tu medicina hasta que seas tú quien me eche de menos. Si vuelves a decir mi nombre como si te fuera la vida en ello, no me conformaré con otra cosa que no sea formar parte de tu vida. Si vuelves a llamarme tonta, me creeré aquello de: los amores reñidos son los más queridos. Si vuelves a sentarte a cinco centímetros de mí, discúlpame, pero caeré en la tentación de apoyar mi cabeza sobre tu pecho. Si vuelves a picarme por cualquier tontería, sólo porque te diviertes así, voy a darte cancha, voy a jugar a tu juego. Si vuelves a rozarme con tu brazo, me arrimaré más a ti para aspirar el máximo tiempo posible tu olor. Si alguna vez te decides a quererme, yo estaré aquí esperando.
Tiende la ropa.
Se aparta un mechón de pelo que le cae sobre la cara.
Que me perdone la primavera, pero ella sí que es bonita.

miércoles, 3 de julio de 2013

#. Ni tú te cansas de utilizarme ni yo me canso de darte oportunidades.

Yo te perdí. Tú me perdiste. Nosotros nos perdimos. Y ya no hay vuelta atrás. Ya no tendremos más batallas campales, ya no existirá esa chispa entre nuestras peleas, cuando ambos sabíamos que solo seguíamos discutiendo por el placer de retarnos. Ya no habrá más manos tuyas en mi pelo, no volveré a levantarte el ánimo y la cara cuando todo vaya mal. Ya no me contarás esas historias que no le interesaban a nadie más que a mí, no tendrás esa necesidad de hablarme cada veinte minutos únicamente porque te aburrías. Nunca, nunca, nunca más (y te prometo que me mata) volveré a provocar una de esas sonrisas de los viernes por la noche, no seré la primera a la que le cuentes las cosas. Me sustituirás, aunque tal vez ya lo hayas hecho. No veré más tu letra escrita por mi piel ni por mis hojas, ya no sonreiré al sentir tu olor. No volveré a acariciarte el pelo durante horas como soñaba, no archivaré más recuerdos en este corazón destemplado. Supongo que con el tiempo olvidaré la posición estratégica de tus lunares, perderé la costumbre de caminar según la cadencia de tus pasos. Dejaré de recordar todas y cada una de tus frases, los diferentes tonos de tu voz, tus puñeteros gestos y todas tus manías, y hasta la posición de tus manos. Y lo más importante: no volverás a fallarme, porque yo ya no estaré allí para verlo. No me harás sentir bajo tierra esos días que se te antoje ignorarme, ya no volveré a notar que, en realidad, lo que me preocupe a mí te trae sin cuidado. No caeré de nuevo en tu juego, no me utilizarás otra vez. No volveré a defenderte cuando la última persona haya dejado de creer en ti. No volverás a mentirme, no volverás a subestimarme, no harás que me sienta menos que ellas. No volveré a despeñarme en la montaña rusa de mi humor de perros, solo porque tú me hables de ella. No volverá a romperme el corazón ver la sonrisa en tus ojos si la nombras. Y es que tengo que aprender a ser... sin ti.

martes, 2 de julio de 2013

#. ¿Esperas que lo olvide? Jamás olvido las palabras. Y menos si vienen de ti.

Mierda. Tu mirada puso otra vez en marcha mi cabeza, que había dejado de pensar en ti por completo. Había aparcado ya tu imagen de carita de bueno y sonrisa de malo viniendo hacia mí. Había castigado en un rincón el sonido de tu voz, tu número de teléfono y la maldita manera que tienes de sonreírme. Había escondido debajo de la cama cada mote, cada tema de conversación, cada vez que te había querido decir que estaba enamorada de ti. Había metido en el fondo de un cajón los recuerdos de los que me avergonzaba por haber sido tan estúpida al pensar que me querías. Pero no sirve de nada y tú mismo te encargaste de demostrármelo. Que no importa lo feliz que me pueda sentir a tu lado, siempre acabo creyendo que me va a mirar como lo hacías tú, que me va a abrazar de la misma manera, que el brillo en sus ojos será el mismo. Entonces, con un ramalazo de dolor me doy cuenta de que no, que hay muchos ojos marrones, pero que esa mirada es inigualable, que sólo en tus brazos me siento segura y que esa chispa no es la misma. Y que me está matando pensar que, justo ahora, ella estará ahí contigo, que te estará haciendo feliz y no, no lo entiendo. No entiendo por qué tienes que llegar una y otra vez en el momento preciso para partirme los esquemas, por qué no puedes dejar que siga con mi vida, por qué has tenido que hablarme en el momento más oportuno e inoportuno al mismo tiempo, justo cuando ya estaba decidida a pulsar el botón de off de tu canal en mi cabeza. Que ya no sé si lo que quieres es recuperarme aunque sea como amiga o simplemente querías volver a sentir lo que era jugar con tu capricho.