jueves, 21 de junio de 2012

#. El que no arriesga, no gana, dijiste. El que arriesga puede morir por amor, contesté.

Lo único que quiero es echar a correr, y que cualquier recuerdo de ti se asfixie junto a un bordillo a tres galaxias de distancia de mi vida. Por eso quizás ahora, debería arrancarme tus adjetivos y colgar mi cadáver, que mi cuerpo se columpie con tu ausencia. Que el desamor parezca un juego de niños, y no el fallecimiento de una mujer. Y cuando hablo de morirme, no estoy hablando de mi muerte, sino de la parte de mi vida que te llevas. Junto a mi colección de suspiros, justo al lado de mi última risa, en medio de aquella lágrima que derramé justo antes de perderte, está aquel 'siempre' cubriéndose de polvo. Y aún así, todavía me emociono cuando en el espejo del baño crecen tu nombre y un corazón sobre el vaho. Esta maldita casa tiene un eco, y me duele el idioma de las puertas, como violinistas de barcos hundidos sacando a flote todas mis miserias. Y maldigo aquellas canciones que depositaste en mi pecho. "Serías la última persona del mundo a la que amaría ahora" dijiste. No reproché nada, porque exactamente a mí también me pasa lo mismo. Que soy la última persona a la que amo...

miércoles, 20 de junio de 2012

#. Tenía todo lo que necesitabas en cada momento, excepto cuando él era lo único que necesitabas.

Te juro que pasaba por aquí, que no tenía intención alguna de encontrarte. Incluso cuando te vi, pensé que eras otro, cualquier otro, y no mi vida. Nunca entenderé por qué la gente es más feliz cuando comparte la tristeza. El caso es que mi vida tiene los ojos marrones, y yo no lo sabía; cuando sonríe se come toda la oscuridad de la noche de golpe. Realmente preciosa de veras. Y es cierto que pasaba por aquí, como pasa un veinticuatro de octubre por el calendario. Si me previenen de que mi vida, es tan paisaje de nadie, y tan sueño de todas, o es tan bonita que duele hasta el aire que respira y no te toca. Seguramente hubiera escogido otro camino para no verla. Pero ahora que la tengo delante, haciendo con su hermosa sonrisa el truco de enamorarme hasta el odio, ya no puedo hacer otra cosa que amarle... A mi vida, sí. Tanto y de un modo tan intenso, que es la primera vez en quince años, que le tengo miedo a la muerte.

martes, 19 de junio de 2012

#. He llegado a la conclusión de que cada vez que me cuestionaba a mí misma si era feliz, en realidad estaba dejando de serlo sin querer queriendo.

"La diferencia entre las promesas y los recuerdos es que solemos romper las promesas, pero los recuerdos nos rompen a nosotros".

Adoro las fotografías. Quizá porque lo mejor de ellas es eso: que nunca cambian. Incluso cuando las personas que salen en ellas lo hacen, incluso cuando las promesas que se hicieron justo en ese momento se rompen...

#. Mi más sentido enamórate.

Que ni las noches son más largas ni los océanos más grandes. Que ni me encuentro en tu mirada ni me busco en ella. Que ni el sol brilla más, ni cae el jueves siempre en día impar. Que ni el café está más caliente ni mi grifo gotea más. Que ni el mundo gira más despacio, ni las agujas de tu reloj, ni el viento, ni nada se hace eterno. Que ni me juego la boca por un beso, ni me tatúo tu número en la frente. Que ni yo mato por celos, ni tú mueres por mí.

miércoles, 13 de junio de 2012

#. Nadie sabe lo que tiene hasta que le duele.

"Las personas se van porque así lo quiere el destino"
¿Qué destino? Las personas se van porque uno lo deja marchar, porque no sabemos aprovechar lo que tenemos hasta que lo perdemos, porque no somos capaces de mostrar lo que realmente sentimos.
Y si tres mil veces te rompen el corazón, nueve mil le pones hilo y te lo coses, porque más vale perder el orgullo por la persona que quieres, que perder la persona que quieres por orgullo.

Nunca reconocemos en nosotros mismos la fuerza que llevamos dentro hasta que sobrevivimos a algo terrible.

Siempre lo mismo: caer y levantarse. Y volver a caer y volver a levantarse. Demasiados fallos. Ya estoy cansada. Hoy me quedo en el suelo. El cielo se ve mejor desde aquí abajo.

Recuerda que estarás siempre aquí. Te quiero, abuelo.

Dime que cada día estoy más alta. Calcula de nuevo los días que llevo sin verte. Piquémonos otra vez a las cartas, esta vez prometo dejarte ganar. Enséñame a sumar, restar, multiplicar y dividir sin usar los dedos para ser la primera de la clase. Cuéntame tus anécdotas de nuevo, diez, veinte y treinta veces más, si hace falta. Ríete con mis chistes malos, finge que te gustan. Discutamos sobre política, vuelve a decir que lo único verdadero en la vida es amar. Repite eso de que la vida es tan solo una ilusión, que la verdadera gloria está en el cielo. Incítame a ser poetisa. Siéntete orgulloso de mí. Ríñeme porque no me como todas las sopas. Enfádate con los actores de los programas del corazón. Regálame una bolita de anís, de esos de los que siempre tenías rosas por ser mi color favorito. Llámame guapa hasta recién levantada. Dime que estoy hecha toda una moza. Emociónate con mi regalo de cumpleaños. Pasa otra nochevieja con nosotros. Recítame de nuevo los poemas que le escribías a abuela, descríbeme lo contenta que se ponía al leerlos. Promete otra vez que nunca amarás a nadie más que a ella. Halágame con tus piropos, dime que soy la mejor dibujante del mundo. Ríete con mis vestidos de carnaval. Repite que he nacido en una época privilegiada. Cuéntame de nuevo que fuiste el primero en tener radio del pueblo. Recuerda que fuiste un luchador y que te tienes ganado el cielo. Encuéntrame paseando y dime lo mucho que me quieres. Mírame con admiración. Cuchicheemos juntos al oído. Sonríe solo con mis tonterías... Vuelve. Solo eso, vuelve.

viernes, 8 de junio de 2012

#. Por lo menos nunca fui mala, nunca fui desleal. Por lo menos le traté con dulzura y atención, por lo menos me preocupé por él. Por lo menos le hice reír. Por lo menos me sentí afortunada de tenerle e hice que lo supiera. Por lo menos lo valoré como se merecía. Por lo menos lo quise. Lo demás, lo de después... bueno, sobre eso no pude elegir.

Tenías nombre de capital europea y jugabas al blackjack de los adioses con cualquiera que te dejara ganar. Te gustaban las madrugadas de domingo, si la poesía se escurría entre el vaso y la barra de aquel bar, que nunca era el último, por mucho que tú lo prometieras. La 'j' de Jordania te calaba la sonrisa y la chaqueta y por eso nunca dejabas de estar triste, aunque el quicio de tus labios quisiera volverse escalador y coronar tus mejillas de cuentos. Sacabas a pasear a tus tacones y tus vestidos de encaje, por tener una (buena) excusa para abrir el cajón de las medias. Llenaste el lavabo de lágrimas y de tragos de ginebra, hasta que se te secaron las pestañas y las botellas de alcohol. «Vuelve pronto», me dijiste, «o se inundará la habitación». Aún a veces, sobre todo si es de noche, el insomnio me recuerda que debía haberte enseñado a nadar antes de irme.

#. Las personas no lloran por haber sido débiles, lo hacen por haber tratado de ser fuerte durante tanto tiempo.

Bueno... quizá hoy no sea uno de mis mejores días, quizá no estoy tan bien como voy jurándole a las estrellas, quizá a ratos el pulso que le echo a esa mezcla de recuerdos y olvidos me gane un rato, pero solo un rato. No es fácil, supongo que teñir mi cara con indiferencia durante meses es un trabajo demasiado duro, pero yo siempre he tenido fama de ser esa chica a la que no le puede cualquier cosa. Esa que siempre tiene una sonrisa para mostrar al mundo, esa que esconde un par de secretos que solo conoce su almohada, esa que a veces hace el trabajo de las nubes pero en solitario y sin que nadie se entere, esa que es capaz de levantarse diez centímetros del suelo, mostrar una felicidad aparente y al torcer la esquina llorar como si le fuera la vida en ello.
Bueno... quizá la explicación sea más sencilla de lo que todos (e incluida yo misma) sospechamos, quizá el truco está en dejar de recordar ese escondite que tenías en mi habitación 'por si las moscas', o dejar de escuchar ese par de canciones que hablan de un nosotros que ni siquiera sé si sigue estando. Quizá es que añore demasiado los lugares que nos vieron, o que todo a mi alrededor tenga un matiz que me haga recordarte. Ha pasado demasiado tiempo, y no es que no te haya superado, olvidado o esa sarta de mentiras que dicen que hay que hacer cuando algo se acaba, simplemente es que tú y yo seguimos siendo los mismos (o incluso mejores), pero con una diferencia: ahora me atormenta la idea de que un Martes cualquiera decidas dar la vuelta a todo y buscar una mirada distinta a la mía para que siga el son de tus pasos. Si te digo la verdad me da igual que le regales tus besos a otras tantas que no saben lo que es amar; es más, yo también lo hago. Pero nunca, nunca te perdonaré que decidas sustituírme por una cualquiera, porque aunque lo intentes, siento comunicarte que quizá nunca lo vayas a conseguir, que por desgracia (igual que tú para mí), yo para ti: soy algo más que otra cualquiera.

domingo, 3 de junio de 2012

#. No te arrepientas de nada: si es bueno es un recuerdo, si es malo, una experiencia.

Qué nos pasa, somos tremendamente incomprensibles, incompatibles y una lista demasiado interminable de adjetivos que comienzan por 'in-'. Somos imperfectos, indecisos, ineptos, indoloros; somos tan fuertes, duros, insensibles (o por lo menos nos lo hacemos). Nos lo hacemos porque nos negamos a reconocer que tú y yo estamos hechos de pedacitos: de pedacitos de nuestras noches en los portales, de las confesiones con olor a café, de esa confianza que desborda nuestras pupilas, de dolor causado por el otro porque sabemos identificar cada uno de los puntos estratégicos que tiene el otro al descubierto. De consejos, de problemas del sexo opuesto, de ratitos sobre el mismo sillón, de Viernes por la mañana, de Veinticuatros de Octubre, de 'no te quiero' y de 'ojalá te quisiera'. Estamos hechos de tardes raras de nosotros, que tú y yo sabíamso convertir en especiales, de un invierno y de dos docenas de hojas en el calendario, de ciento treinta y siete días y unos cuantos de regalo, de conocer a la perfección cada recobeco de la voz del otro, cada secreto que esconde la mirada oscura, cada suspiro que nos regalábamos, cada palabra bonita que se escapaba muy de vez en cuando al otro lado del ordenador. Estamos hechos de odio, de superar hecatombes, tempestades y algún que otro huracán, de volar con los pies en el suelo, y de usar la mano del otro para caminar por los problemas. Y yo... yo estoy hecha de las veces que me subías a lo más alto y me dejabas ver que el mundo era pequeño a mis pies. Estoy hecha de ese par de secretos que guarda mi almohada, de tu sonrisa en los días grises, del momento en el que sabías cuándo debías apretar el botón 'on' de mi risa. De tus te quieros, de tus no sé, de los besos que no llegaste a darme y de las veces que quise abrazarte. Estoy hecha de una historia inmortal a tiempo parcial, de las miradas traviesas, de las conversaciones eternas a horas intempestivas, de tus tonterías que se convirtieron en lo más importante para mantenerme en pie. Estoy hecha de lágrimas y de cosas que nunca me dices, de tus mentiras y de creerme a medias tus verdades. De confiar en ti, de verte y sentir que puedo, de recuerdos que hoy en día consiguen que pueda respirar, de tu voz como tono de despertador, de cosquillas en la tripa y muerdos en el corazón. Y es que yo, como dice esa canción, estoy hecha de ti, de pedacitos de ti.