viernes, 13 de mayo de 2016

#. Nadie te destroza más de lo que permites.

A veces, en lugar de decir 'te quiero' dejamos que nos rompan, y esperamos que lo entiendan como una declaración de amor. Somos gilipollas. Después de intentar marcharme tantas veces, por fin encontré la manera de olvidarte. Había tratado de refugiarme en la idea de que tú no querías que me fuera, para llegar siempre a la misma absurda conclusión de que jamás me pediste que me quedara. Qué tonta. Así que he vaciado todas las cajas de recuerdos, he guardado todo su contenido en bolsas y las he atado bien con nudos. Puedes tirarlo todo, no lo quiero. 
Me he vestido de valentía, me he armado de paciencia, me he descalzado de temores y he comenzado a bajar las escaleras. No te voy a decir cuántas veces he estado a punto de mirar atrás, ni cuántas otras he retrocedido sobre mis pasos, porque no es necesario que lo sepas. Si hay algo de lo que podría sentirme orgullosa es que he abandonado la casa por la puerta principal, nada de puertas traseras que se usan para huir y más tarde volver cuando nadie te ve. Nada de eso. Ya no. Y bueno, ojalá haya alguien esperándome ahí fuera frente al porche, con el que pienso emprender este viaje en el que te dejo atrás, para siempre. Te he dejado un mapa, yo no lo necesito; probablemente tú sigues sin encontrarte. Yo ya he decidido mi destino, y lo único que debes de saber es que tú no estás en él, lo demás poco importa. La vida era preciosa, qué bonita podría haber sido nuestra estancia en ella si no hubieras decidido mandarlo todo a la mierda. 
A pesar de todo -que nuestra historia fue eso, una mierda, digo-, no me arrepiento de nada; has sido tantas cosas que no podías dejar de ser de un día para otro, y eso es lo que más siento, el tiempo que he perdido. Espero que leas esto y que al menos, aunque sea durante una décima de segundo, te estalle el corazón en mil pedazos. Entiéndeme, no quiero verte sufrir -o sí, un poquito- pero estaría bien saber que por un momento has sentido lo que yo en nuestros últimos meses.
Acabo ya, llego tarde a mi futuro. Sé que no me olvidarás, así que no voy a pedírtelo.

jueves, 21 de abril de 2016

#. Y fue cuando conseguí deshacer el nudo en mi tripa cuando se fueron también las mariposas y todo lo que no me dejaba tragar.

He dejado de culparme: me he dado cuenta de que aquellos que me hacían sentir demasiado eran, simplemente, insuficientes.
No he podido evitar pensar en todas las cosas que te has perdido desde que te fuiste. En todo lo que (nos) hemos perdido. Así que he decidido ponerte al día de las cosas más importantes:
Desde que no estás, muchas situaciones me han recordado a ti y tu forma de ser, y ninguna ha sido buena. He viajado a todos esos lugares que algún día serían testigo de lo que me querías, y he descubierto que pueden ser maravillosos también sin ti. He reído a carcajadas sin ser tú el motivo y te juro que he sido feliz. Desde que te fuiste he descubierto el aroma de otras pieles y el verdadero significado de la palabra volar. He querido. Mucho. Y de verdad. (Ojalá entiendas eso).
Desde que no estás, he bebido para olvidar que no olvido que no puedo olvidarte. Y me he dado cuenta de que las penas no se ahogan en la barra de un bar. De que en el bar hay amigos, música y mil razones para querer vivir más. He soñado mucho y a lo grande y no he vuelto a tener pesadillas que me ahogaban al despertar. Desde que te fuiste he cantado canciones hasta quedarme sin voz (y sin razón) y la he recuperado solo para seguir cantando. He conocido a gente que merece la pena y he descubierto que tú nunca la mereciste. Desde que no estás tengo demasiados latidos para tan poco pecho, aunque el tiempo me haya hecho el corazón más grande que la pena. Y me he dado cuenta de que no necesito nada de ti, y que no volveré a hacerlo nunca. Desde que te fuiste me sobran las formas, las excusas y las palabras. Me sobra el pasado, el silencio y la tristeza. Me sobra la ciudad y los enamorados que hay sobre ella. Me sobran las mentiras y las noches que duran días, me sobra esta bendita paz y esta ausencia de ruidos. Con la de sonidos bonitos que me quedan por escuchar. Amor, desde que no estás lo único que me falta es llorar. Y no lo echo de menos.

sábado, 20 de febrero de 2016

#. Y recordarte que antes de rendirnos, fuimos eternos.

Qué será de nosotros cuando nos hayamos olvidado. Cuando ya no quede ni un ápice de recuerdo. Cuando la delgada línea que separa la dependencia de la indiferencia, sea tan gruesa que ya no tengamos fuerzas para poder cruzarla. Cuando el aire ya no nos obligue a darnos cuenta de que nos perdimos en algún momento de ese destino que hemos dado por muerto. 
Qué será de nosotros cuando la distancia entre nuestra existencia sea más extensa que la distancia entre ambos polos. Cuando ya no queden razones para hacernos los sordos cuando oímos hablar del otro. Cuando las madrugadas ya estén acostumbradas a la ausencia de nuestro intercambio de palabras. Cuando las ganas que agotamos ya se hayan cansado y decidido no esperarnos más.
 Qué será de nosotros cuando las pisadas que hemos dejado desaparezcan sin dejar rastro, abandonando el camino que recorrimos hasta darnos por vencidos. Cuando las caricias de otras manos consigan calentarnos como nosotros hicimos una vez con las nuestras. Cuando el miedo a amar de nuevo huya de tanto frío y la necesidad de llenar vacíos alce el vuelo. Cuando ya no nos giremos al creer habernos visto por cualquier calle al azar, aun siendo conscientes de la imposibilidad de ese encuentro. 
Qué será de nosotros cuando las canciones dejen de hacernos recordarnos. Al igual que los paisajes. Al igual que los viajes. Al igual que los planes. Al igual que las calles. Al igual que cualquier vulgar historia de amor con final triste. Qué será entonces de nosotros. 
Qué será de nosotros cuando ya no me queden palabras para describirte, para escribirte, para decirte, para renombrarte, para perdonarte, para regresarte. Cuando ya no sienta la exigencia de evocarte mediante tinta con impaciencia. Cuando faltes en mi conciencia, cuando no emerjas de mi inconsciencia. 
Qué será de nosotros cuando ya no quede ni una sola manera de hacer mella en la vida del otro. 
Qué será de nosotros. 
Y qué será de mí.

viernes, 15 de enero de 2016

#. Cuánto ha latido el orgullo en lugar del corazón.

Yo te perdí. Tú me perdiste. Nosotros nos perdimos. Y ya no hay vuelta atrás. Ya no tendremos más batallas campales, ya no existirá esa chispa entre nuestras peleas, cuando ambos sabíamos que solo seguíamos discutiendo por el placer de retarnos. Ya no habrá más manos tuyas en mi pelo, no volveré a levantarte el ánimo y la cara cuando todo vaya mal. Ya no me contarás esas historias que no le interesaban a nadie más que a mí, no tendrás esa necesidad de hablarme cada veinte minutos únicamente porque te aburrías. Nunca, nunca, nunca más (y te prometo que me mata) volveré a provocar una de esas sonrisas de los viernes a última hora, no seré la primera a la que le cuentas las cosas. Me sustituirás, aunque tal vez ya lo hayas hecho. No veré más tu letra escrita por mi piel ni por mis hojas, ya no sonreiré al sentir tu olor. No volveré a acariciarte el pelo durante horas como solía, no archivaré más recuerdos en este corazón destemplado. Supongo que con el tiempo olvidaré la posición estratégica de tus lunares, perderé la costumbre de caminar según la cadencia de tus pasos. Dejaré de recordar todas y cada una de tus frases, tus diferentes tonos de voz, tus puñeteros gestos y todas tus manías y hasta la posición de tus manos. Y lo más importante: no volverás a fallarme, porque yo ya no estaré ahí para verlo. No me harás sentir bajo tierra esos días que se te antoje ignorarme, ya no volveré a notar que, en realidad, lo que me preocupe a mí te trae sin cuidado. No caeré de nuevo en tu juego, no me utilizarás otra vez. No volveré a defenderte cuando la última persona haya dejado de creer en ti. No volverás a mentirme, no volverás a subestimarme, no harás que me sienta menos que ellas. No volveré a despeñarme en la montaña rusa de mi humor de perros solo porque tú me hables de lo maravillosa que es otra. No volverá a romperme el corazón ver la sonrisa en tus ojos si la nombras. Y es que dicen que lo prometido es deuda, y tú me debes tantas cosas... Me prometiste un para siempre, me prometiste ese hueco que tienes entre el pecho y el cuello donde me siento en casa. Me prometiste te quieros que ahora sé que no significan nada, me prometiste palabras que ahora son solo papel mojado, me prometiste un lo siento cuando te equivocaras que todavía estoy esperando. Me prometiste decir siempre la verdad, que ahora sé que solo eran palabras disfrazadas de verdades a medias. Me prometiste estabilidad pero cada día contigo mi vida daba un vuelco de 360º. Me prometiste tantas cosas que aún hoy sigo haciendo memoria. 
Supongo que la ingenua soy yo, por no saber desde el principio que todo esto no valía nada, que eran palabras dichas en el momento, y que ahora simplemente, me siguen haciendo daño.