domingo, 26 de enero de 2014

#. Quiero que seas feliz. Sea lo que sea que éso signifique.

Lo prefiero así. Prefiero tarde  y mal antes que pronto y bien. Pero me da igual. Vamos, no me da igual, pero voy a insistir en que no me importa porque siempre se me ha dado bien no hacerlo bien. Y eso que no sé qué hacer cuando llega el frío. Ni qué hacer cuando es demasiado tarde para hacer la cama. Ni qué hacer cuando no hay nadie que te diga qué es lo que no puedes hacer. Ayer soñé con él y con la novia que tiene. Y me di cuenta de que es más feliz con otra en mis sueños que conmigo en sus realidades. Diría que me jode, pero no me jode. Y diría que no me importa, pero sí que me importa. Porque hay veces que eliges y otras que no. Hay veces que eliges ver cómo un amigo fuma un cigarro antes de ver besar a un chico que ha elegido dejar de besarte a ti. Y otras veces se te estropean los auriculares y tienes que escuchar cosas que nunca hubieses querido oír. No sé tú, pero yo no necesito preguntar si me quieren para saber si me quieren de verdad. Y tampoco necesito que me dejes de hablar para saber que te has olvidado de mí. Que me hubiese gustado que me quitaras la razón cuando pensaba que todo sería mejor sin ti. Ahora tengo la razón y no te tengo a ti y podría decir que así es mejor, pero no es mejor. Y ojalá que te importase, pero es que no te importa.

sábado, 25 de enero de 2014

#. Acordarme de ti en momentos difíciles.

Un cristiano diría que eres mi cruz, un artista que mi musa, un pesimista que mi vaso medio vacío, un optimista que mi vaso medio lleno, un caluroso que mi abanico, un friolero que mi manta, un alternativo que mi medio limón, un romántico que mi media naranja, un antirromántico que no eres mío, un gato que mi madrugada, un inglés que mi té, una yo que mi tú, un marinero que mi temporal, un herrero que mi cuchara de palo, una costurera que mi dedal, Sabina que mi primero, una bibliotecaria que mi orden alfabético, un meteorólogo que mi tempestad, un insomne que mi valium, un esquizofrénico que mi antipsicótico... y otro que mis alucinaciones, un anátomo que mi corazón, un padre que mi ladrón, una madre que me cuides... Yo solo digo tu nombre.

domingo, 12 de enero de 2014

#. Estar contigo es como estar en casa, pero mejor, porque estás tú.

Pronuncia mi nombre, lo pronuncia sin alteraciones de voz, sin acentos. Lo pronuncia completo, sin sufijos diminutivos o afectivos. Pronuncia mi nombre estándar. Siempre la misma fórmula: 'Adiós, Carolina'. Usa mi nombre como vocativo, y no sé si es consciente de que me eriza el vello de la nuca. Supongo que no. Pronuncia mi nombre y no quiero que me llame amor mío, ni mi reina ni nada; quiero que me llame por mi nombre completo, porque cuando lo pronuncia no necesita de adjetivos posesivos para demostrar que es enteramente suyo. Y luego me mira con ojos redondos de niño pequeño que guardan ternura de niño pequeño, que guardan inocencia de niño pequeño, que guardan dulzura de niño pequeño, que guardan... que ni sé qué guardan, pero que me pasaría la vida mirando. Deja el bolígrafo en la mesa, sonríe, echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos, e incluso así me gustan, porque toda la dulzura le moja los párpados y le cuelga de las pestañas largas y negras. Me gusta porque es entonces cuando más libremente puedo mirarle, y él puede sólo intuirlo, pero no saberlo. Y si lo sabe, igualmente me da permiso para mirarle, como si no le importase o como si incluso le gustase. Como cuando yo levanto la cabeza y me encuentro con esos ojos de niño mirándome, sonrío y él aparta la mirada casi avergonzado. Y luego recupera el bolígrafo de la mesa con esas manos que hacen huecos donde querría vivir, que cogen, que tocan, que a veces acarician con tanto amor que creo que se me va a parar el corazón. Coge un libro y lo abre, y pasa las páginas, y yo siento que me mata un poco más toda esa dulzura que no se puede soportar. Y quiero tocar esas manos y que esas manos me toquen. Que me toquen el hombro, una rodilla, mis propias manos. Que me acaricien el pelo y me rocen la mejilla. Quiero esas manos para mí.

miércoles, 1 de enero de 2014

#. Nunca me has dejado de doler.

Mi 2013 empezó buscando al chico de la sonrisa perfecta y acabó esperando que no lo encuentre nadie. Ha compartido con cinco hermanas botellas de ron para curar las heridas. Ha dormido con un chico al que no le ha hecho el amor y quiso hacerle el amor a un chico con el que aún no había dormido. Se emocionó cuando vio que su mejor amiga cumplía un sueño muy pequeño y se emocionó con el poema de un tío con un trastorno mental y se sigue emocionando cada vez que habla de su gente. Mi 2013 podría haber tenido un nombre propio, podría haber sido el principio de todo, podría haber sido el 'y a partir de entonces no necesité nada más'. A mi 2013 le hubiese encantado bajar las persianas todas las noches del año. Pero no lo consiguió. Consiguió leer más que nunca y ver más series que nunca y volver a ver las mismas películas de siempre. Mi 2013 se tatuó tres puntos suspensivos y logró olvidar que no podía olvidarle. Está orgulloso de toda la gente que está dispuesta a leerle y le acojona toda la gente que está dispuesta a leerle. Mi 2013 me ha hecho ser mejor. Ha sido feliz sólo por ver feliz a la gente que tiene cerca. Mi 2013 va a ser el primero de todos esos años que algún día diré que fueron la hostia. Y sigue manteniendo la esperanza de que alguien llame de madrugada y acaricie las sábanas que aún no se han terminado de secar por las lágrimas. 
En realidad, mi 2013 lo único que ha hecho fue buscar excusas para no echarte de menos. Y ya ves que no lo ha conseguido. Y ya ves que ahora ya le da igual.