sábado, 6 de julio de 2013

#. Tan solo abrázame, que las palabras no son necesarias.

Eh, tú, pequeño. Si vuelves a sonreírme así me veré en la obligación de bajarte la luna, y tú ya tienes el garaje ocupado con el fondo de armario de otra mujer. Si vuelves a mirarme como si yo tuviera la culpa de que afuera esté lloviendo, me convenceré a mí misma de que a veces me rehuyes para no darte cuenta de lo que sientes por mí. Si vuelves a fruncir los labios en ese intento de sonrisa, voy a tener que abrazarte y quizá no te suelte nunca. Si vuelves a hacer como que no me escuchas, te daré tu medicina hasta que seas tú quien me eche de menos. Si vuelves a decir mi nombre como si te fuera la vida en ello, no me conformaré con otra cosa que no sea formar parte de tu vida. Si vuelves a llamarme tonta, me creeré aquello de: los amores reñidos son los más queridos. Si vuelves a sentarte a cinco centímetros de mí, discúlpame, pero caeré en la tentación de apoyar mi cabeza sobre tu pecho. Si vuelves a picarme por cualquier tontería, sólo porque te diviertes así, voy a darte cancha, voy a jugar a tu juego. Si vuelves a rozarme con tu brazo, me arrimaré más a ti para aspirar el máximo tiempo posible tu olor. Si alguna vez te decides a quererme, yo estaré aquí esperando.