sábado, 14 de septiembre de 2013

#. Aprendí que se hace tarde demasiado pronto.

Tres meses, noventa y dos días. Aparentemente poco tiempo, pero tiempo más que suficiente para que la vida gire de forma inesperada. Tres meses, meses en los que mis ojos fueron los únicos encargados de proporcionar agua en mitad de la sequía de Agosto. Meses en los que he bailado, saltado, gritado, odiado y querido, en los que he descubierto que había vida más allá de los límites que yo misma me ponía. Un mes, treinta días donde cada día era más sorprendente e intrigante que el anterior, donde cada día era un mundo, y el mundo era único cada día. Tiempo insuficiente, pero nada indiferente, meses en los que pensaba en ti cada día al despertarme, en los que soñé contigo durante noventa y dos noches, donde recé por la inmortalidad de tus besos en un futuro no muy lejano. Meses donde reconstruí todo aquello que estaba más que roto, y en los que me bastó el tiempo que dura un beso, para tirar por la borda aquello que tanto me constó conseguir. Días en los que las decisiones se tomaban solas, en los que las opiniones de los demás cobraban vida, en los que la alegría me invadía a medida que las lagrimas desaparecían, pero días en los que notaba cómo te me escapabas. Meses en los que dejas de odiar para aprender a querer, y acabas odiando querer. Días en los que caes como la lluvia, frente a otros en los que creces como la espuma, días tontos y tonta todos los días. Sueños rotos, odio reconocido y un poco de amor sin reconocer. Fantasías que ahora descubres que se quedarán en eso, en fantasías. Calor asfixiante por dentro, pero frío al tener el corazón helado. Dolor al descubrir que nada es para siempre y alegría al sospechar que otro para siempre aparecerá. Miedo al observar que ya está ahí, y que no puedes dejarlo escapar a pesar de los gritos de los demás, miedo al pensar que quizás venga para quedarse, y miedo al imaginar que quizá se vaya por la puerta de atrás. Tres meses, noventa y dos días. Aparentemente poco tiempo, pero tiempo más que suficiente para darte cuenta de que a partir de aquí, ya nada volverá a ser como antes.