lunes, 6 de febrero de 2017

#. Rendirse no siempre supone perder, quizá sea una victoria cuando la lucha es por quien no lo merece.

Sabías lo que estabas haciendo y sabías que me haría daño, pero de alguna manera eso no te paró. Hay personas a las que se las conoce mejor desde fuera que desde dentro, por eso cuando te enamoras de ellas las desconoces. Y yo le sabía desde fuera, pero llegaron los sentimientos a ponerme esa venda preciosa sobre los ojos. Por suerte o por llamarlo de alguna manera, hay muchos ojos que ven lo que tú no.
No eres tú, soy yo, que me he dado cuenta.
Mi gran error fue pensar que era distinta. Que yo era yo, y eso era mucho. Que me quería más que a las anteriores, aún sabiendo cómo había sido con ellas. Cómo va a serle fiel a una mujer en esta vida o en cualquier otra si no es capaz de ser fiel a sus propias verdades. Si no tiene principios, pero sí muchísimos finales (y ninguno de frente). Porque es cobarde.
Qué ingenua. Me hizo prometer y prometió a quien más respeto le tenía que nuestros hijos tendrían mi sonrisa; que si niño y niña, que si su piel, que si la mía. Que si el perro o el zoológico entero por mí en nuestro hogar.
Viví engañada, porque él vive en su propia mentira y me parecía una realidad increíblemente bonita; me mantuve de respirar el dióxido que él soltó hasta envenenarme. Hasta hacerme más y más pequeña. Ya no quería fotos nuestras. Ya no me llevaba por bandera. Ya no presumía de mí, y supongo que por vergüenza. Porque tenía que agachar la cabeza antes esos ojos abiertos que veían cómo probaba otras bocas, y cómo cerraba la mía con poemas. Poemas que me dejaban con hambre y con sed, porque no se puede vivir de humo. Aunque supongo que en realidad dejó de quererme y nunca fue valiente. Quizá no lo hizo nunca. Yo qué sé.
Mentiras, mentiras y más mentiras. Qué bien mentía.
Benditas bocas que hablan. Benditas. Aunque ahora solo sean el eco que aún no llega a calarme los huesos, aunque solo sobreviví porque el fuego dentro de mí brillaba más que el de mi alrededor.

viernes, 13 de mayo de 2016

#. Nadie te destroza más de lo que permites.

A veces, en lugar de decir 'te quiero' dejamos que nos rompan, y esperamos que lo entiendan como una declaración de amor. Somos gilipollas. Después de intentar marcharme tantas veces, por fin encontré la manera de olvidarte. Había tratado de refugiarme en la idea de que tú no querías que me fuera, para llegar siempre a la misma absurda conclusión de que jamás me pediste que me quedara. Qué tonta. Así que he vaciado todas las cajas de recuerdos, he guardado todo su contenido en bolsas y las he atado bien con nudos. Puedes tirarlo todo, no lo quiero. 
Me he vestido de valentía, me he armado de paciencia, me he descalzado de temores y he comenzado a bajar las escaleras. No te voy a decir cuántas veces he estado a punto de mirar atrás, ni cuántas otras he retrocedido sobre mis pasos, porque no es necesario que lo sepas. Si hay algo de lo que podría sentirme orgullosa es que he abandonado la casa por la puerta principal, nada de puertas traseras que se usan para huir y más tarde volver cuando nadie te ve. Nada de eso. Ya no. Y bueno, ojalá haya alguien esperándome ahí fuera frente al porche, con el que pienso emprender este viaje en el que te dejo atrás, para siempre. Te he dejado un mapa, yo no lo necesito; probablemente tú sigues sin encontrarte. Yo ya he decidido mi destino, y lo único que debes de saber es que tú no estás en él, lo demás poco importa. La vida era preciosa, qué bonita podría haber sido nuestra estancia en ella si no hubieras decidido mandarlo todo a la mierda. 
A pesar de todo -que nuestra historia fue eso, una mierda, digo-, no me arrepiento de nada; has sido tantas cosas que no podías dejar de ser de un día para otro, y eso es lo que más siento, el tiempo que he perdido. Espero que leas esto y que al menos, aunque sea durante una décima de segundo, te estalle el corazón en mil pedazos. Entiéndeme, no quiero verte sufrir -o sí, un poquito- pero estaría bien saber que por un momento has sentido lo que yo en nuestros últimos meses.
Acabo ya, llego tarde a mi futuro. Sé que no me olvidarás, así que no voy a pedírtelo.

jueves, 21 de abril de 2016

#. Y fue cuando conseguí deshacer el nudo en mi tripa cuando se fueron también las mariposas y todo lo que no me dejaba tragar.

He dejado de culparme: me he dado cuenta de que aquellos que me hacían sentir demasiado eran, simplemente, insuficientes.
No he podido evitar pensar en todas las cosas que te has perdido desde que te fuiste. En todo lo que (nos) hemos perdido. Así que he decidido ponerte al día de las cosas más importantes:
Desde que no estás, muchas situaciones me han recordado a ti y tu forma de ser, y ninguna ha sido buena. He viajado a todos esos lugares que algún día serían testigo de lo que me querías, y he descubierto que pueden ser maravillosos también sin ti. He reído a carcajadas sin ser tú el motivo y te juro que he sido feliz. Desde que te fuiste he descubierto el aroma de otras pieles y el verdadero significado de la palabra volar. He querido. Mucho. Y de verdad. (Ojalá entiendas eso).
Desde que no estás, he bebido para olvidar que no olvido que no puedo olvidarte. Y me he dado cuenta de que las penas no se ahogan en la barra de un bar. De que en el bar hay amigos, música y mil razones para querer vivir más. He soñado mucho y a lo grande y no he vuelto a tener pesadillas que me ahogaban al despertar. Desde que te fuiste he cantado canciones hasta quedarme sin voz (y sin razón) y la he recuperado solo para seguir cantando. He conocido a gente que merece la pena y he descubierto que tú nunca la mereciste. Desde que no estás tengo demasiados latidos para tan poco pecho, aunque el tiempo me haya hecho el corazón más grande que la pena. Y me he dado cuenta de que no necesito nada de ti, y que no volveré a hacerlo nunca. Desde que te fuiste me sobran las formas, las excusas y las palabras. Me sobra el pasado, el silencio y la tristeza. Me sobra la ciudad y los enamorados que hay sobre ella. Me sobran las mentiras y las noches que duran días, me sobra esta bendita paz y esta ausencia de ruidos. Con la de sonidos bonitos que me quedan por escuchar. Amor, desde que no estás lo único que me falta es llorar. Y no lo echo de menos.

sábado, 20 de febrero de 2016

#. Y recordarte que antes de rendirnos, fuimos eternos.

Qué será de nosotros cuando nos hayamos olvidado. Cuando ya no quede ni un ápice de recuerdo. Cuando la delgada línea que separa la dependencia de la indiferencia, sea tan gruesa que ya no tengamos fuerzas para poder cruzarla. Cuando el aire ya no nos obligue a darnos cuenta de que nos perdimos en algún momento de ese destino que hemos dado por muerto. 
Qué será de nosotros cuando la distancia entre nuestra existencia sea más extensa que la distancia entre ambos polos. Cuando ya no queden razones para hacernos los sordos cuando oímos hablar del otro. Cuando las madrugadas ya estén acostumbradas a la ausencia de nuestro intercambio de palabras. Cuando las ganas que agotamos ya se hayan cansado y decidido no esperarnos más.
 Qué será de nosotros cuando las pisadas que hemos dejado desaparezcan sin dejar rastro, abandonando el camino que recorrimos hasta darnos por vencidos. Cuando las caricias de otras manos consigan calentarnos como nosotros hicimos una vez con las nuestras. Cuando el miedo a amar de nuevo huya de tanto frío y la necesidad de llenar vacíos alce el vuelo. Cuando ya no nos giremos al creer habernos visto por cualquier calle al azar, aun siendo conscientes de la imposibilidad de ese encuentro. 
Qué será de nosotros cuando las canciones dejen de hacernos recordarnos. Al igual que los paisajes. Al igual que los viajes. Al igual que los planes. Al igual que las calles. Al igual que cualquier vulgar historia de amor con final triste. Qué será entonces de nosotros. 
Qué será de nosotros cuando ya no me queden palabras para describirte, para escribirte, para decirte, para renombrarte, para perdonarte, para regresarte. Cuando ya no sienta la exigencia de evocarte mediante tinta con impaciencia. Cuando faltes en mi conciencia, cuando no emerjas de mi inconsciencia. 
Qué será de nosotros cuando ya no quede ni una sola manera de hacer mella en la vida del otro. 
Qué será de nosotros. 
Y qué será de mí.

viernes, 15 de enero de 2016

#. Cuánto ha latido el orgullo en lugar del corazón.

Yo te perdí. Tú me perdiste. Nosotros nos perdimos. Y ya no hay vuelta atrás. Ya no tendremos más batallas campales, ya no existirá esa chispa entre nuestras peleas, cuando ambos sabíamos que solo seguíamos discutiendo por el placer de retarnos. Ya no habrá más manos tuyas en mi pelo, no volveré a levantarte el ánimo y la cara cuando todo vaya mal. Ya no me contarás esas historias que no le interesaban a nadie más que a mí, no tendrás esa necesidad de hablarme cada veinte minutos únicamente porque te aburrías. Nunca, nunca, nunca más (y te prometo que me mata) volveré a provocar una de esas sonrisas de los viernes a última hora, no seré la primera a la que le cuentas las cosas. Me sustituirás, aunque tal vez ya lo hayas hecho. No veré más tu letra escrita por mi piel ni por mis hojas, ya no sonreiré al sentir tu olor. No volveré a acariciarte el pelo durante horas como solía, no archivaré más recuerdos en este corazón destemplado. Supongo que con el tiempo olvidaré la posición estratégica de tus lunares, perderé la costumbre de caminar según la cadencia de tus pasos. Dejaré de recordar todas y cada una de tus frases, tus diferentes tonos de voz, tus puñeteros gestos y todas tus manías y hasta la posición de tus manos. Y lo más importante: no volverás a fallarme, porque yo ya no estaré ahí para verlo. No me harás sentir bajo tierra esos días que se te antoje ignorarme, ya no volveré a notar que, en realidad, lo que me preocupe a mí te trae sin cuidado. No caeré de nuevo en tu juego, no me utilizarás otra vez. No volveré a defenderte cuando la última persona haya dejado de creer en ti. No volverás a mentirme, no volverás a subestimarme, no harás que me sienta menos que ellas. No volveré a despeñarme en la montaña rusa de mi humor de perros solo porque tú me hables de lo maravillosa que es otra. No volverá a romperme el corazón ver la sonrisa en tus ojos si la nombras. Y es que dicen que lo prometido es deuda, y tú me debes tantas cosas... Me prometiste un para siempre, me prometiste ese hueco que tienes entre el pecho y el cuello donde me siento en casa. Me prometiste te quieros que ahora sé que no significan nada, me prometiste palabras que ahora son solo papel mojado, me prometiste un lo siento cuando te equivocaras que todavía estoy esperando. Me prometiste decir siempre la verdad, que ahora sé que solo eran palabras disfrazadas de verdades a medias. Me prometiste estabilidad pero cada día contigo mi vida daba un vuelco de 360º. Me prometiste tantas cosas que aún hoy sigo haciendo memoria. 
Supongo que la ingenua soy yo, por no saber desde el principio que todo esto no valía nada, que eran palabras dichas en el momento, y que ahora simplemente, me siguen haciendo daño.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

#. Eres la razón por la que no razono.

Te quiero prácticamente desde que te fuiste. 
Te quiero lo mismo el sábado por la noche, el domingo por la tarde y el  lunes por la mañana. Imagínate. 
Te quiero y sé que es así porque no me importa el daño de después. 
Te quiero tanto que lo negaría. 
Te quiero como si llevara haciéndolo toda la vida. 
Te quiero fuera de mi vista: tan cerca que no pueda ni enfocarte. 
Te quiero como si fueran a prohibirte mañana. 
Te quiero todo lo que no está escrito porque algún día lo escribiré. 
Te quiero por encima de toda esta pena. 
Te quiero por encima de todos los miedos.
Te quiero como si nunca me hubieran hecho daño. 
Te quiero tanto que te perdería. 
Te quiero porque conoces todo lo malo de mí y no te importa. 
Te quiero. No es lo que tú quieres, pero es para siempre.

martes, 1 de diciembre de 2015

#. Ya no sé si puedo o no puedo porque solo me quedan ganas de no intentarlo.

Esto es una carta para decir que me he ido: cada vez exporté más y cada vez me importaste menos.
Me estoy dejando la fuerza en llegar a ningún lado. He viajado demasiado como para no darme cuenta de que en todo lo que me rodea ya no queda suficiente espacio. Imaginad un maratón sin meta. Ahora hacedlo todo el rato. 
Me cansa estar triste y no me compensa, al menos uno de los dos cumplió la promesa. Son tantos los buenos recuerdos que he olvidado... A veces nos dejamos llevar por lo que parece que nunca va a pasar, pero pasa. Y una vez que aprendes a sonreír... ya no se olvida.
Se ha quedado una noche espantosa para hablar de la triste utopía de querer vivir para llegar a ser algo. Qué mala suerte, me dijeron. Supongo que suerte acabará muriendo como lo hacen todos los villanos. Sólo sé que el que nada también se ahoga, no puede estar nadando siempre. Decidme qué hago con todo esto que hago sin querer hacerlo, decidme algo. He perdido los propósitos porque no los he cuidado. Y los entiendo: yo también he huido de aquellos que me han olvidado. Yo, sin embargo, parece que no vaya a olvidarte nunca, ni que valieras la pena.
Quiero que sea no sé cuando, pero que sea; cualquier momento podría ser mejor que este.
Tengo un mapa apuntando a mi cabeza y pienso usarlo; tampoco sé cuando. No tengo paciencia, ni ganas de tenerla, ni interés en buscarla, ni motivos para encontrarla, ni tiempo para usarla. 
¿Alguien recuerda quién salvaba al héroe?

domingo, 11 de octubre de 2015

#. Lo rápido que ha cicatrizado tu herida solo indica lo pequeña que era.

Agazaparte bajo los cuadros de las sábanas, achicar el agua de las papeleras, quemar los semáforos en rojo y la radioactividad del azul. 
O como otros dicen, tener miedo.

Comprar todos los mecheros de la ciudad, solo para ver cómo se consumen mientras se te enquista la sonrisa en una madrugada de invierno. Abrir la ventana a la lluvia, para que se inunde ese cajón donde guardas los últimos retazos de su letra, los últimos pentagramas de su olor, los últimos recuerdos que te gritan que él, una vez, no te pidió no dormir. 
O, como otros piensan, echarle de menos.

No escribir un poema, porque un poema que se escribe y no se siente, no es poema sino precipicio (y tú, hace martes que no sientes nada). Agarrarte al colacao del desayuno, como si fuera el último bote salvavidas y tu cocina, el mar del Norte. 
O como otros temen, sobrevivir.

Y que te quede grande la vida y la muerte y hasta esos pantalones que él jamás dirigió con sus dientes. Y no saber qué hacer, claro. 
Es lo que por ahí llaman perderse.

domingo, 2 de agosto de 2015

#. Aquella noche debí haberte abrazado de por vida.

Puedes darte por jodida cuando las canciones más tristes cuentan tu historia y ahora mismo, las tengo todas sonando en mi cabeza y llevan tu nombre por título.
¿Te acuerdas de aquella noche en la que me dijiste "ya iba siendo hora de encontrarnos otra vez" ? Entonces, tus besos se parecían tanto al amor que le diste la vuelta a todos los relojes para que así se hiciera eterno.
Debo ser la chica más triste que esté ahora mismo asomada a una ventana. Y si sé que juego en desventaja es porque estoy jugando a no recordarte, y voy perdiendo por goleada.
Pero voy a esperarte aquí, como quien baila en el alféizar pretendiendo no caerse. Como quien sueña con esa magia que consiguen algunas personas tumbándose al lado del punto y final, para convertir la historia en eterna.
Voy a esperarte aquí, como quien no tiene nada que perder porque ya te ha perdido.

viernes, 19 de junio de 2015

#. Que a lo mejor no tenemos que llegar muy lejos en la vida, sino simplemente hacerlo a un lugar donde merezca la pena quedarse.

Cuando era pequeña solía leer muchos cuentos de hadas. En los cuentos de hadas siempre existe un príncipe azul y él es todo lo que siempre habías querido. En los cuentos de hadas el malo de la película es fácil de detectar. Siempre lleva una capa negra para que sepas quién es.
Después creces y te das cuenta de que el príncipe azul no es tan fácil de encontrar como pensabas. Te das cuenta de que el malo no lleva una capa negra y no es nada fácil de detectar: es divertido, te hace reír y tiene el pelo perfecto...
Esto hace que la gente deje de creer en el amor después de tantas decepciones. Pero hay que ser valiente.
Yo creo que ser valiente no es la ausencia de miedo. No es no estar nunca asustado. Para mí, ser valiente es tener miedos. Ser valiente es tener dudas. Montones de dudas. Para mí, ser valiente es vivir a pesar de todas las cosas que te asustan de la muerte. Ser valiente es enamorarse locamente de nuevo, a pesar de que te hayan herido antes. Ser valiente es caminar hacia tu primer día de instituto cuando tienes trece años y la sociedad lucha por empequeñecerte. Ser valiente es volver y luchar una y otra vez por lo que quieres, incluso cuando cada vez que lo intentaste antes, perdiste. Es de valientes tener fe en que algún día las cosas cambiarán. Ser valiente es tener el valor de decir adiós a alguien que solo te hace daño, incluso si no puedes respirar sin él. Creo que es de valientes enamorarte de tu mejor amigo, a pesar de que sabes que está enamorado de otra persona. Y cuando alguien te pide perdón constantemente por cosas que nunca dejará de hacer, pienso que es de valientes dejar de creer en él. Es de valientes decir NO LO SIENTES y alejarte. Creo firmemente que amar a una persona a pesar de lo que la gente piense es ser valiente. También creo que permitirte llorar en el suelo del baño cuando todo se desmorona para ti es ser valiente. Dejar ir es ser valiente. Por supuesto, seguir adelante y estar bien es de valientes también. Pero no importa cuánto te ponga a prueba el amor, tienes que creer en él. Tienes que creer en cuentos de hadas y en príncipes azules y en felicespara siempre. Es por esto por lo que escribo. Porque creo que amar es ser valiente.