domingo, 9 de octubre de 2011

#. Entras en mí tan sútilmente, invisible como el aire mismo.

De algo estoy segura.
No podrá quererlo como lo quería yo, no podrá adorarlo de ese modo, no podrá advertir hasta el más mínimo de sus dulces movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara.
Es como si sólo a mí se me hubiera concedido la facultad de ver, de conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos.
Nadie podrá ver nunca lo que yo he visto en él. & ella menos que ninguna.
Ella, incapaz de amarle, incapaz de verle verdaderamente, de entenderlo, de respetarlo.
Ella no se divertirá con sus tiernos caprichos.