viernes, 9 de noviembre de 2012

#. Yo sí cumpliré lo que dije: estaré siempre ahí, incluso cuando ya no me necesites.

¿Cuántas veces extrañamos a alguien? ¿Y cuánto? ¿A caso existen suficientes metros cúbicos para medir todo eso? Hace tiempo alguien me enseñó que en la vida es inevitable perder a gente a la que queremos, se trata de un ciclo: gente que se va para dar paso a otra nueva. Ése alguien también mencionó que echar de menos a alguien no es fácil, y las personas, necesitamos diferentes fases, situaciones, para poder mirar hacia adelante y asimilar que esa persona no está y puede que no vuelva.
Negación. Tal y como indica la palabra esta es la fase en la que negamos que esa persona no está, la buscamos en cada rincón, en cada sitio donde solía estar, seguimos sus pasos, buscamos su voz, su sonrisa. Y cuando asimilamos que esa persona no está a nuestro lado, que tal vez se ha ido por un tiempo o tal vez para siempre, es cuando nuestra mente deja la negación a un lado para dar paso a la ira. La ira es el punto en el que te preguntas '¿por qué? ¿Por qué él y no yo? ¿Por qué yo y no él?'. Y asimilamos que ya no está, pero no queremos aceptarlo. Preferimos estar enfadados con el mundo y gritarle a quien sea en busca de una respuesta. Y puede que solo sean unas horas o puede que sean años, porque cada persona necesita su tiempo para decir adiós. Y tras todo esto, llega la fase de la depresión, la fase de aislamiento y soledad en el que tu corazón se da cuenta de que por mucho que lo busques, esa persona, está dentro de ti, muy dentro y te duele quererle. Pero es que a veces sucede que las cosas se acaban. Y ahí nos damos cuenta de todo aquello que no hemos podido hacer junto a esa persona, y comienza la siguiente fase: la negociación. Aquí es cuando decides repartir entre los demás un poquito de esa persona y el resto te lo guardas para ti, y piensas en lo que le hubiese gustado hacer, todos sus sueños, todas sus metas. Y te das cuenta de que cada cosa que haces la vives también por él. Lo más curioso de esta fase es que tal vez al final de tus días, lleves más de veinte vidas por las que vivir. Y ahora sí. Llega la fase con la que todo se termina: la aceptación. Aquí es cuando, libremente y sin ninguna atadura, puedes decir: 'Te extraño. Así. A voz bajita, y a latidos altos'. Ahora es cuando esa persona está contigo, cuando realmente te sientes feliz al recordarlo.