lunes, 18 de noviembre de 2013

#. Para dejar huella hay que seguir andando.

Claro que yo también quise ser princesa, y el centro de su universo, y un poema. Y que llegara tarde a algún sitio alguna vez por mi culpa. Que una mezcla de sus genes y los míos jugara a las muñecas en el salón. Que los domingos se parecieran a cualquier cosa menos a domingos. Que los eneros no tuviera que recurrir a la estufa para calentarme los pies. Yo quería un jardín y rosales, y un mar con sus olas. Y una talla más de pecho, o quizás dos, un cuerpo más erótico y una voz más femenina. Quería un montón de fotos con la sonrisa desnuda, un viaje a Grecia, un trabajo decente. Quería aquello, y eso, y lo otro, y un poco de aquí, y un poco de allá. Y a él. Sobretodo yo lo quería a él. Que mis llantos no se los tragara el desagüe, ni mi corazón se quedara sin cobertura. Y que los espejos y los hombres me dijeran la verdad sobre mi cuerpo. Quería tartas en todos mis cumpleaños, y una posdata que dijera 'te echo tanto de menos'. Y 'cariño' y 'amor' y 'pequeña', y un '¿cómo estás de tus jaquecas?', y un 'te sienta bien ese vestido'. Quería desnudarme en sus pupilas, comer helado en su espalda. Un silencio que rompiera su palabra, un hombro que durmiera mis bostezos. Que me sentara mejor aquella falda, y esa blusa, y su piel. Sobretodo su piel. Y es que aunque ahora no te lo creas, yo solamente quise ser feliz.