viernes, 20 de diciembre de 2013

#. Creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño. Éso es amor, quien lo probó, lo sabe.

Sé que te va a sonar a tópico, pero te juro que no digo más que la verdad cuando confieso que me haces querer ser mejor persona. Me das ganas de levantarme temprano para hacer la cama y desayunar antes de ir al instituto, de no faltar a clase. Haces que ya no quiera decir mentiras, que intente irme a dormir temprano, que procure no llegar tarde a todas partes como solía. Pienso en ti y se me pasa un poco todo este odio hacia las personas y todo este enfado con el mundo, y ya no tengo tantas ganas de gritar como antes. Me animas sin saberlo a hacer cinco comidas al día, a comer fruta y verdura, a no beber café después de las siete de la tarde, a barrer debajo de la cama a menudo y a no dejar los libros tirados por el suelo. Por ti quiero aprender a cocinar y a hablar italiano, alemán, lenguaje de signos, braille o lo que se tercie.
Bien, creo que sabes a qué tipo de cosas me refiero: ya no quiero ponerle la zancadilla, ni literal ni metafóricamente a nadie, ni a los demás ni a mí misma. Gracias a ti.