domingo, 25 de mayo de 2014

#. Las mejores cosas pasan. Y el recuerdo pesa.

De todo esto sólo quisiera que, de vez en cuando, no cada día, ni cada semana, ni tan siquiera cada año (ya ves qué poco pido) te acordaras de mí. Me vale con cualquier cosa: los créditos al final de una película de dibujos, una frase mal escrita, un paseo en bicicleta (ya ves que no es mucho), el nombre de tu primera hija (porque tendrás una hija, aunque ahora digas que no), que elegirá tu mujer y que sonará muy distinto al mío. Un tropiezo, un trozo de tarta; esa tarta que prometí que iba a aprender a hacer y al final... al final, nada. Me conformaría con que algún día (pronto antes que tarde), la herida, sellada, hiciera un bonito dibujo en la piel, la pena bailara con cualquier estribillo de canción cutre de verano, el llanto se ahogara en planes, viajes y notas al margen de libros releídos. Y quisiéramos. Y sintiéramos el hambre de volver a empezar desde cero, por el principio, sin red ni memoria, sin el temor de que nos vayan a dañar. Porque nos van a dañar, lo sabemos. Y accedo, entiendo incluso, que ocurra, pero que sean otros: desconocidos, ajenos, invisibles, sin nombre... pero no nosotros. Aceptaría, también, que nos encontráramos una tarde soleada por la calle y que nos viéramos a tantos metros de distancia que nos diera tiempo a pensar qué decir. Y que, después de un saludo rápido y torpe, de esos en los que los besos se dan al aire, nos quedáramos en silencio, nerviosos, sepultados en recuerdos íntimos.
-Esta es mi hija.
-Él es mi marido.
Y nos despidiéramos aún más brevemente sin habernos contado nada. Las mejillas ardiendo, las manos sudadas, la boca seca, el temple al filo. Y si cuando, al girar la esquina, ella, clavada a su madre, te preguntara: ¿quién era, papá? Desearía que te limitaras a sonreír, y sin darle (sin darme) importancia, contestaras: una amiga, una buena amiga, alguien que... y continuaras tu paseo, tal vez más deprisa, un poco más callado. Menos atento a la plaza, a los árboles, a los ancianos. Recordando una foto, una frase mal escrita, esa tarta que al final... nada, como nosotros.