domingo, 18 de mayo de 2014

#. Son las mentiras las que nos destruyen, las mentiras que creemos necesitar para sobrevivir.

Hoy me han arrancado un pedazo tan grande de mí, que incluso siento que existo menos que antes. Me he quedado tan vacía, que por más que alguien quisiera, a día de hoy no podría llenarme. Estoy llorando tanto que todo el mundo entero podría bañarse en mis ojos, es más, algunos hasta se ahogarían. Y sí, algunos lloran por la cara, otros por el corazón; yo para bien o para mal, pertenezco a estos últimos. No soy nadie para venir aquí y escribir en un sitio público lo triste que me siento en privado, pero a veces no me queda más remedio (aunque sí la enfermedad). No estoy acostumbrada a ver cómo alguien que quiero se va de mi lado, porque siempre he sido la cobarde que terminaba alejándose por miedo a que antes se fueran ellos. Nadie sabe cuánto daría por no tener que estar escribiendo esto, ni cuánto daría por contar que sigue a mi lado; en este caso, sé por desgracia absoluta que no va a volver. No sé si ahora se me viene el mundo encima, o soy yo que estoy muy debajo. Creo que uno nunca se acostumbra a echar de menos, simplemente se aprende a vivir haciéndolo, y por supuesto, eso no significa que duela menos. Ahora debería levantar la cabeza, pero esta vez tengo que agacharla y buscarme. Es lo que tiene que te dejen por los suelos. Y no, no estaré bien, mucho menos voy a prometerte que consiga estarlo. Bastante tenemos con tus mentiras, para contarte yo ahora a ti las mías.