viernes, 15 de abril de 2011

#. ¿Sabes?

No hay nunca un por qué para un recuerdo. Llega así, de repente, sin avisar. Nunca sabes cuando se marchará. Sólo sabes que volverá. Aunque por lo general sólo son unos minutos. Pero ahora sé cómo hacerlo desaparecer; basta con no detenerse demasiado. En cuanto llega el recuerdo hay que alejarse rápidamente, hacerlo en seguida, sin miramientos, sin enfocarlo, sin jugar con él, sin hacerse daño. Así, mucho mejor. Ahora ya ha pasado. Por fin es pasado.