jueves, 21 de junio de 2012

#. El que no arriesga, no gana, dijiste. El que arriesga puede morir por amor, contesté.

Lo único que quiero es echar a correr, y que cualquier recuerdo de ti se asfixie junto a un bordillo a tres galaxias de distancia de mi vida. Por eso quizás ahora, debería arrancarme tus adjetivos y colgar mi cadáver, que mi cuerpo se columpie con tu ausencia. Que el desamor parezca un juego de niños, y no el fallecimiento de una mujer. Y cuando hablo de morirme, no estoy hablando de mi muerte, sino de la parte de mi vida que te llevas. Junto a mi colección de suspiros, justo al lado de mi última risa, en medio de aquella lágrima que derramé justo antes de perderte, está aquel 'siempre' cubriéndose de polvo. Y aún así, todavía me emociono cuando en el espejo del baño crecen tu nombre y un corazón sobre el vaho. Esta maldita casa tiene un eco, y me duele el idioma de las puertas, como violinistas de barcos hundidos sacando a flote todas mis miserias. Y maldigo aquellas canciones que depositaste en mi pecho. "Serías la última persona del mundo a la que amaría ahora" dijiste. No reproché nada, porque exactamente a mí también me pasa lo mismo. Que soy la última persona a la que amo...