domingo, 3 de junio de 2012

#. No te arrepientas de nada: si es bueno es un recuerdo, si es malo, una experiencia.

Qué nos pasa, somos tremendamente incomprensibles, incompatibles y una lista demasiado interminable de adjetivos que comienzan por 'in-'. Somos imperfectos, indecisos, ineptos, indoloros; somos tan fuertes, duros, insensibles (o por lo menos nos lo hacemos). Nos lo hacemos porque nos negamos a reconocer que tú y yo estamos hechos de pedacitos: de pedacitos de nuestras noches en los portales, de las confesiones con olor a café, de esa confianza que desborda nuestras pupilas, de dolor causado por el otro porque sabemos identificar cada uno de los puntos estratégicos que tiene el otro al descubierto. De consejos, de problemas del sexo opuesto, de ratitos sobre el mismo sillón, de Viernes por la mañana, de Veinticuatros de Octubre, de 'no te quiero' y de 'ojalá te quisiera'. Estamos hechos de tardes raras de nosotros, que tú y yo sabíamso convertir en especiales, de un invierno y de dos docenas de hojas en el calendario, de ciento treinta y siete días y unos cuantos de regalo, de conocer a la perfección cada recobeco de la voz del otro, cada secreto que esconde la mirada oscura, cada suspiro que nos regalábamos, cada palabra bonita que se escapaba muy de vez en cuando al otro lado del ordenador. Estamos hechos de odio, de superar hecatombes, tempestades y algún que otro huracán, de volar con los pies en el suelo, y de usar la mano del otro para caminar por los problemas. Y yo... yo estoy hecha de las veces que me subías a lo más alto y me dejabas ver que el mundo era pequeño a mis pies. Estoy hecha de ese par de secretos que guarda mi almohada, de tu sonrisa en los días grises, del momento en el que sabías cuándo debías apretar el botón 'on' de mi risa. De tus te quieros, de tus no sé, de los besos que no llegaste a darme y de las veces que quise abrazarte. Estoy hecha de una historia inmortal a tiempo parcial, de las miradas traviesas, de las conversaciones eternas a horas intempestivas, de tus tonterías que se convirtieron en lo más importante para mantenerme en pie. Estoy hecha de lágrimas y de cosas que nunca me dices, de tus mentiras y de creerme a medias tus verdades. De confiar en ti, de verte y sentir que puedo, de recuerdos que hoy en día consiguen que pueda respirar, de tu voz como tono de despertador, de cosquillas en la tripa y muerdos en el corazón. Y es que yo, como dice esa canción, estoy hecha de ti, de pedacitos de ti.