sábado, 15 de marzo de 2014

9/3/2014

Que hoy es mi día, dicen. Que sople fuerte, pero que antes cierre los ojos y pida un deseo (joder, como si eso fuera a cumplirte a ti). Como si no supieran que ya no me quedan a penas pestañas, ni tampoco aliento de tanto intentarlo, de tanto arrancármelas, de tanto tenerte como sueño principal.
Las velas encendidas, el corazón apagado.
Qué me van a contar a mí de luces, si nunca te han visto sonreír a oscuras, ni cómo me hacías brillar en plena madrugada (cualquiera nos hubiera confundido con estrellas, aunque fuéramos fugaces).
Quizá el error fue mío, que nos creí de aquellas otras, de las que siguen viéndose aunque hayan muerto años atrás.
Años, eso dicen que cumplo. E intentan que lo celebre y todo (ya ves qué tontería) como si la vida no fuera más que cumplir promesas o sueños.
Sin ti los días pasan de mí. Y yo de ellos (y me quieren hacer creer que hoy es uno especial). Qué poco saben de aquel en el cual me besaste por primera vez. Qué poco entienden de tener motivos para celebrar la vida. La mía matándose por vivirte. Por vivirnos.
No entienden nada. No saben que la frase perfecta sería: "te deseo feliz. Y cumplir años también, pero a su lado".
No entienden que el mejor regalo sería un "tú". Conmigo.