miércoles, 1 de febrero de 2012

#. La diferencia entre las promesas & los recuerdos es que nosotros solemos romper las promesas, pero los recuerdos nos rompen a nosotros.

& no sabría explicar ni cómo, ni cuándo, ni dónde, ni por qué, pero acabé queriéndote. No sabría decir qué se me pasó por la cabeza para cometer esa locura, de verdad que no lo sé. Supongo que es lo malo de ir poco a poco, avanzar de forma gradual, despacio, sin pausa pero sin prisa. & también de no tener mucho más en lo que pensar, pero de verdad que no lo sé. Quizá sea que todo lo que va despacio se hace más intenso, & que con el paso del tiempo es mucho más duro recordarlo, revivirlo. También es verdad que lo que crece como la espuma, cae a velocidad de vértigo. No intenté quererte, es más, nunca estuve conforme con esa decisión, la cual alguien o algo tomó por mí. Pero no hay más remedio que aceptarlo, supongo que es el resultado de un cúmulo de circunstancias que ni tú ni yo previmos, que llegaron de repente, arrasándome como si de un tsunami se tratase. Supongo que ya da igual, que no tiene sentido buscar un por qué, sino un remedio. Una vez oí que cuando algo duele nunca se olvida. Quizá. Pero el daño es relativo & con el paso del tiempo se puede olvidar. Lo realmente imposible de cambiar es el querer, cuando quieres a alguien, por raro que sea, por menos que quieras hacerlo, por más que te empeñes en cambiarlo, es imposible. Cualquier rastro, un atisbo, un sitio, un olor, un sabor, una canción, incluso el color del cielo es suficiente para sumerjirte en una marejada de recuerdos. Es cierto, a veces es necesario dejar de querer, pero hoy pensando he llegado a la conclusión de que no sé qué elegir. ¿A quién querer? ¿A quien quieres o a quien quieres querer?