domingo, 22 de abril de 2012

#. Es necesario amar siempre, incluso después de haber amado.

Lo poco que sé de la vida está en los libros que nunca leo. Lo poco que sé de la vida está en las líneas que no escribí. Lo poco que sé de la vida se cuenta tomando un café, se entiende tomando una copa y se olvida tomando dos. Ten siempre más proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse siempre joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el dueño de tus espectativas. Que hay que dedicarse a algo de lo que jamás te quieras jubilar. Por mucho que te cueste pagar las facturas. Entre lo poco que sé de la vida, también te diré que nada de todo esto merece la pena sin alguien que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Ése es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va. ¿Qué más? Ah, sí. Sé que al menos un amigo te va a traicionar, otro será traicionado por ti. Y que, te pongas como te pongas, los que no hayas hecho antes de los treinta, ya jamás pasarán de buenos conocidos. Cuenta solo con tres principales, porque a partir de ahí, todo es mentira. Para terminar, y hablando del tema, déjame que te presente a tu peor enemigo: el miedo. Quédate con su cara, porque va a estar jodiéndote de ahora en adelante. Miedo al fracaso. Miedo al qué dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo a tener razón. Miedo... a tener miedo.