jueves, 12 de abril de 2012

#. No es que no crea en los finales felices, pero a veces pienso que la gente se equivoca cuando dice que lo mejor está por venir.

Ni una sola letra más llevará la estela de tu nombre. No te lo mereces. Y yo tampoco. Así que habrá que recordar en qué maldito punto entre mis escaleras y tu portal dejé mis maletas. Tendré que recoger esos huesos míos, erosionados por la lluvia y también por las lágrimas y guardarlos para arrastrarme a una estación que no huela a ti, donde no queden chicos de azul que me recuerden cuál es el color de la felicidad. Me iré tan lejos que tú solo serás una mota en el camino, una estrella en un cielo lo suficientemente alto como para no verte cuando me bailen las pestañas. Nunca palparás el número exacto de noches en las que me hiciste falta para que no tiritaran los muelles del colchón, nunca te confesaré que algunos martes me sorprendo a mí misma pensando que hay más heridas abiertas por ti repartidas por mi piel que las que tú cicatrizaste. & tú tampoco querrás saberlo, supongo. Porque, como susurra esa canción, entre dos locos siempre hay uno que entrega su vida entera y otro que tan solo se deja querer. Y no hace falta que te diga en qué lado dormías tú.