domingo, 1 de enero de 2012

#. Creo que no hay momento más triste que en el que te besan & tú piensas en otra persona.

Hace exactamente veinte horas & cuatro minutos que he empezado a creer oficialmente en aquello de que en el momento crucial las personas actúan a la desesperada, conscientes de que deberían haber hecho eso mucho antes. Me convencí de que ha de existir una voz que te diga algo así como: habla ahora o calla para siempre. Ayer nosotros tuvimos nuestro pequeño milagro. Fuiste muy, muy oportuno. Se acababa la cuenta atrás para el día en que prometí intentar no nombrarte, no pensarte, no recordarte. ¿& sabes? Me has hecho mucho daño, pero en el fondo siempre supe que volvería a caer, es peligrosamente fácil dejarte quererme. Porque en realidad eso nunca dejó de estar ahí. No importan las capas de maquillaje que te eches para tapar las ojeras, no importan los pañuelos que gastes para evitar que alguien pueda darse cuenta de que has llorado. Al final salen a la luz las noches en vela intentando comprender por qué actuabas así, la angustia de quererte aún como el primer día. & que sí, que puedes pintar una sonrisa en tu cara con esas personas que alegran tu vida, pero el escalofrío que me recorre al verte, la voz que se niega a salir de mí, me hacen darme cuenta de que sigo enamorada de ti, aunque me lo intente ocultar. Hace exactamente veinte horas & cincuenta & cinco minutos que has derribado tan solo con el aire de tu pestañeo la endeble coraza que me rodeaba & me protegía como podía de tu media sonrisa, de tus lunares traviesos.