viernes, 30 de diciembre de 2011

#. Sentir mariposas en el estómago & tragarte un bote de insecticida.

¿Sabes de qué me he dado cuenta? Yo nunca dejé de quererte. En realidad esa verdad siempre estuvo ahí, pero estos días la han sacado a relucir. Porque todos los síntomas de mi cuadro clínico coinciden: estuve, estoy & estaré irrevocablemente enamorada de ti. Podía engañarme a mi misma pensando que lo quería a él, que ciertamente me convenía más que tú. O eso decían. Pero, ¿qué sabrán ellos de lo que siento yo? La mayoría, nada. Tú has presenciado el nacimiento de muchas sonrisas de oreja a oreja en un rostro que cuando desapareces se oscurece por las nubes negras que traen su recuerdo & lo sueltan como una tromba dentro de mí. Muchas veces me he dicho: "ojalá no tuviera que irse nunca". "Ojalá no tuviera que enfrentarme a la noche & a la soledad que me traen como regalos envenenados retazos de momentos que pasé con él". "Ojalá esa mirada suya, esa mirada que se queda cinco segundos más de lo necesario en mis ojos, fuera mía para siempre". Ciertamente, eres la única solución. La única medicación que surge efecto con tus sonrisas a destiempo, & esos instantes en los que estoy tan cerca de ti que podría decirte el tono exacto de tus ojos. El diagnóstico es clar, doctor; pero él puede hacer de esta enfermedad crónica un regalo diario.